Este análisis cualitativo se basa en cerca de 100 personas que decidieron compartir sus testimonios y respuestas abiertas, lo que nos puede hablar del alto compromiso de la población encuestada con esta causa. A través de un marco de Riesgo Psicosocial, esto nos ofrece una visión profunda de la crisis de salud mental en la industria musical mexicana. Los testimonios reafirman que los hallazgos estadísticos sobre la precariedad y el agotamiento no son incidentes aislados, sino la manifestación de un modelo de negocio que ignora la normativa de salud ocupacional. Las narrativas personales confirman violaciones directas a la Norma Oficial Mexicana NOM-035-STPS-2018* y el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)**, especialmente en áreas de violencia de género, sobrecarga laboral y seguridad física, poniendo en evidencia la urgencia de establecer protocolos de seguridad y cero tolerancia al acoso en todos los centros de trabajo de la industria.
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Precariedad: El impacto de la industria en la salud mental
Los testimonios recogidos pintan un panorama de agotamiento crónico y profundo desgaste emocional. La narrativa de los profesionales de la música se bifurca en cuatro ejes centrales de malestar: la inestabilidad económica, el abuso de poder, la presión excesiva por el éxito y la discriminación sistémica. Estos ejes no solo confirman los altos niveles de estrés reportados en la encuesta general, sino que exigen una acción inmediata bajo el lente de la salud y el derecho laboral.
El costo de la inestabilidad y la sobrecarga
El factor económico emerge como el agresor principal de la salud mental. Los participantes describen un ciclo vicioso donde la falta de pagos justos y la imprevisibilidad financiera generan una ansiedad constante que impregna todas las áreas de la vida, afectando el sueño, la concentración y la motivación.
Este desequilibrio laboral y la sobrecarga confirman que la industria musical presenta múltiples factores de riesgo psicosocial, señalados directamente por normativas como la NOM-035 y que las empresas mexicanas están legalmente obligadas a prevenir. La falta de una jornada de trabajo definida, el descontrol sobre los horarios y la ausencia de contratos justos son detonantes de la depresión y el burnout (agotamiento profesional).
"Trabajo todo el tiempo y a veces me satura tanta gente hablándome; realmente salvó mi vida [entrar a la industria], pero la constante inestabilidad me llevó a tener estrés por buscar una estabilidad económica para trabajar en los proyectos artísticos que deseo explorar y difundir."
Una de las narrativas más dolorosas es la relativa al abuso de poder, el acoso y la discriminación. En particular, las mujeres profesionales relatan haber sido víctimas de violencia de género, limitación de oportunidades y chantaje emocional o sexual.
El acoso sexual, el abuso de poder, el bullying y la discriminación son temas recurrentes que validan la necesidad de establecer políticas claras de cero tolerancia en los espacios de trabajo. El ambiente de "mucho ego" y falta de ética profesional reportado perpetúa un entorno donde el miedo a ser "quemado" o despedido injustamente suprime las quejas legítimas, como el fraude financiero o el despido por un error técnico mínimo.
"Al no ser una mujer con un aspecto estereotipado no se me ofrecen las mismas oportunidades, además de si no acepto a tener un tipo de relación con alguien se me 'quema'. Me han hecho sentir que no soy suficiente o buena en lo que hago. Me han hecho sentir que por ser mujer sólo debo ser bonita y se me limita a otras participaciones."
Más allá de la precariedad externa, los profesionales reportan una intensa batalla interna impulsada por la exigencia de la industria. La presión por la visibilidad y el éxito se convierte en un bloqueo creativo y una fuente de duda constante.
Esta autoexigencia, exacerbada por la falta de estructura y la percepción de que "hacer arte" es incompatible con "hacer negocio", lleva a la evasión y la procrastinación, impactando directamente condiciones como la ansiedad y la depresión reportadas en los resultados generales de la encuesta. El costo de esta presión es el sacrificio de la vida personal, los hobbies y el tiempo en familia, confirmando un nulo o muy pobre equilibrio entre vida laboral y personal.
"Constantemente siento que no cumplo mis expectativas, y dudo mucho sobre mis proyectos. Es un punto confuso porque disfruto más de trabajar en mis proyectos, pero sin sentir que sean tan buenos o que cumplan las expectativas de la industria."
Analizando las respuestas a la pregunta "¿Qué cambiarías en la industria musical para mejorar la salud mental de quienes forman parte de ella?", observamos que, frente al panorama de quejas, los encuestados no solo exigen, sino que proponen una hoja de ruta clara para la sostenibilidad y el bienestar. Las soluciones se agrupan en tres grandes pilares: la regulación laboral, la cultura de bienestar y la profesionalización ética. Estas propuestas buscan desmontar la idea de que la precariedad es inherente al arte.
La propuesta más enfática es la necesidad de migrar de una cultura de favores y caos a una de contratos y derechos. Los participantes claman por la aplicación de un marco regulatorio que ponga fin a la explotación.
La implementación estricta de la NOM-035 y otras regulaciones laborales es vista como el primer paso. Esto incluye asegurar pagos que realmente "le dieran más valor al trabajo de los artistas, como cualquier otro trabajo", limitar la sobreexigencia en el estudio —pues es "contraproducente"— y mejorar las condiciones de las presentaciones en vivo. La regulación debe profesionalizar el trato y la operación.
"Trabajos regulados, pagos justos, seguridad médica, prestaciones de ley. Que fuera más estructurada en sus operaciones, todo lo encuentro muy caótico."
Una exigencia transversal es la normalización y accesibilidad de la salud mental. Los participantes no solo piden recursos, sino un cambio de paradigma donde la atención psicológica sea vista como una herramienta básica de trabajo, no como un lujo o un estigma.
Esta visión se alinea con las recomendaciones de instituciones como Mental Health America***, que promueven programas de asistencia a empleados y la creación de una cultura de apoyo. La propuesta es clara: la industria debe activamente fomentar un “trato basado en el amor y respeto” y ofrecer recursos concretos que faciliten el cuidado de la salud mental de forma preventiva y accesible.
"Normalizar tener terapia psicológica para toda la industria musical, es algo básico. Crear conciencia y voluntades para ser atendidos psicológicamente."
Finalmente, hay una fuerte convocatoria a reorientar la cultura de la industria: recordar que la música es, ante todo, arte, no solo negocio.
Los encuestados buscan una comunidad más involucrada y una reducción del ego que impide la colaboración ("no todos estamos dispuestos a expandir horizontes y compartir contactos"). El cambio propuesto es ético y de trato, buscando la erradicación del abuso y la creación de un ecosistema donde el diálogo sea el pilar para tratar los desafíos, construyendo un futuro donde el arte y la estabilidad mental puedan coexistir.
*La NOM 035 tiene como objetivo establecer los elementos para identificar, analizar y prevenir los factores de riesgo psicosocial, así como para promover un entorno organizacional favorable en los centros de trabajo. De acuerdo con el campo de aplicación, la NOM 035 rige en todo el territorio nacional y se aplica en todos los centros de trabajo. La NOM-035 establece la obligación de las empresas de identificar, analizar y prevenir los Factores de Riesgo Psicosocial (FRP).
**El Convenio 190 de la OIT, ratificado por México, es la norma internacional que obliga a proteger a todos los trabajadores (incluidos freelancers y el sector informal) de la violencia y el acoso en el trabajo, especialmente por razón de género.
***Mental Health America es una organización sin fines de lucro de Estados Unidos de América dedicada a la promoción de la salud mental, el bienestar y la prevención de enfermedades.